Un carne entretenimiento
Vértice sin óbice, en el olvido que no se cuelga
dándose de vueltas. En un sin fin que no puede nombrar
no quiere y no le interesa
ser la dueña de esas piedras - piernas
que de estar dormidas despiertan
al llamado de lo que esperan
-un tambo-
nada habría de fallar
solo el costado
malvado arrugado ambrujado tango
el chip bajo la estría
que no deja de pellizcar
la dueña no aparece
tiene miedo de lo que piensen
aunque admite...
no admite que se des-co-se cuando no la ven
es el embrujo ciudadano
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